21 mayo 2005

El cura Merino y la novela histórica

Me cuentan de un novelista histórico que en sus días cacereños de estudiante se echaba a los tejados. Por un momento pensé que ya habría sentado la cabeza.
Ya veo que no, y que, como aquellos atravesados curas trabucaires, de sucia crueldad elemental, que retrató Baroja en El escuadrón del brigante, anda ahora echado al monte con el trabuco al hombro.
La novela histórica, que es a la novela lo que música militar a la música, es decir, un género menor, es el peligro que tiene: que uno se cree que vive todavía en la época de Trento.
Otra vez la España inferior que ora y embiste cuando se digna usar de la cabeza.
Qué poco efímero aquel mañana efímero que lamentó Machado. Cuánto dura.