06 mayo 2005

En otra patria

Antonio Sáez. En otra patria. Llibros del Pexe. Gijón, 2005.

Los escritores más lúcidos y los lectores más atentos saben que siempre se está reescribiendo el mismo libro, releyendo la misma obra.
Con todas las posibles variaciones de género, de enfoque y estilo, eso, reescribir su libro de siempre, en verso y en prosa, es lo que ha venido haciendo Antonio Sáez desde aquel ya lejano 1997 en que nos ofreció su primera entrega, un libro de poesía que se titulaba Miradores y que contenía ya algunas de las claves, de las notas que ha ido desarrollando en sus obras posteriores.
Tras su voluminoso estudio Órficos y ultraístas, un análisis de la literatura española y portuguesa de comienzos del XX, vinieron libros como Adriano del Valle y Fernando Pessoa (apuntes de una amistad) y un ensayo titulado Corredores de fondo, un estimulante recorrido por nombres y lugares secundarios de la literatura peninsular del modernismo y la vanguardia.
Antonio Sáez nos ofrece ahora una nueva entrega de ese libro luso español que lleva escribiendo varios años. Un ciclo portugués consustancial a su trayectoria poética y ensayística, a sus gustos lectores y a sus experiencias vitales, enraizadas fuertemente en Portugal, en cuya universidad de Évora es profesor de literatura española.
Esta nueva entrega, En otra patria, es un libro de fragmentos, un texto que se mueve brillantemente entre el dietario, el cuaderno de bitácora y las notas de lectura reflexiva.
Entre la reflexión y el ensueño, en ese espacio de frontera en el que Antonio Sáez se siente tan cómodo, está este libro.
La vida de frontera, “siempre en el territorio de uno mismo”, escribía Carlos Marzal, porque siempre se escribe de uno mismo y se lee sobre uno mismo.
“Vale la pena tener patria/ para ser extranjero en otra patria.” La cita que abre el libro, del portugués Antonio Ferro, es también el origen del título, y anuncia la imagen que lo sustenta: la del hombre como un ser en tránsito, la de un hombre que camina.
Escrito entre 1998 y 2002, mientras componía los otros volúmenes que ha ido dando a la imprenta, este es no sólo un texto contemporáneo de los anteriores, sino su complementario, como diría Machado. Otra versión, otra perspectiva, otra cara, otro enfoque de la misma realidad que aparecía en los otros libros.
Este es, junto con Ruinas, uno de sus libros de poesía, tal vez el más confesional de todos sus textos, un libro para leer despacio, con lentitud portuguesa, haciendo de cuando en cuando un alto para dejar paso a la nostalgia, a una nostalgia con cauce pero sin causa, a una nostalgia afinada y sin finalidad.
O sea, a la saudade, una de esas palabras que viven también en la frontera ambigua de los sentimientos y que ha atravesado la otra frontera, la del idioma, para incorporarse al español .
Porque hay palabras que tienen alma aunque no tengan pasaporte. Y sensaciones sobre las que llueve dulcemente como sobre las tardes de abril.
Con esa materia traza Antonio Sáez un peculiar mapa topográfico, con sus cotas, sus curvas de nivel, sus topónimos que nos hablan de una noche extranjera entre la vida y la muerte, entre el sueño y la vigilia.
Un mapa configurado con materiales diversos, pero tamizados por el temple único que da la memoria. Y estas dos citas para resumirlo: “Los recuerdos son otra forma de tráfico” o esta variación más elaborada de esa misma idea: “el viaje es una de las formas ocultas de la memoria.”