07 mayo 2005

JAVIERÍN DE OLVERA, REDUNDANTE ENFADOSO


El aplicado párvulo hacía planas y más planas para ejercitarse en el noble arte de la caligrafía, jaleado por el maestro: “¡Muy bien, Javierín! Sigue así y llegarás a señor ministro o a obispo reverendo.” Pero él a lo que quería llegar era a Caudillo.
Pensemos en la escena: tiene el lápiz mordido y mientras escribe enseña, en gesto de concentración y esfuerzo, la punta de la lengua por la comisura derecha. Cada vez que acaba una línea, la repite con el soniquete que hoy le ha hecho famoso en las ruedas de prensa.
Se metió en política nuestro personaje y fue candidato a Presidente de la Junta de Andalucía. Pero no tuvo suerte con su discurso reiterativo. Y es que los andaluces (¡vaya por Dios!) cogen las cosas a la primera.
Es vicio pegadizo. Anda por aquí un candidato de su mismo partido que empieza a hablar igual. Que empieza a hablar igual.

De Retablo de escayola.