09 mayo 2005

Justo Vila. En cuanto amanezca. Viaje a la provincia de Badajoz.

Justo Vila. En cuanto amanezca. Viaje a la provincia de Badajoz.
Del oeste ediciones. Badajoz, 2004.

En sus novelas La agonía del búho chico y La memoria del gallo ya nos había dado Justo Vila abundantes muestras de su especial capacidad para recrear literariamente el paisaje extremeño y la historia de los hombres que lo habitan.
Con magníficas ilustraciones de Javier Fernández de Molina aparece ahora En cuanto amanezca. Viaje a la provincia de Badajoz, editado por Del oeste ediciones en coedición con la Diputación de Badajoz.
No es esta la primera incursión de Justo Vila en la literatura de viajes, pero sí probablemente la más completa y la de mayor altura literaria.
Los textos que recoge este volumen habían aparecido ya como introducciones de una colección de libros que, coordinados por Justo Vila, había editado la Diputación de Badajoz en once tomos que se corresponden con los once capítulos de En cuanto amanezca.
Organizado en cuatro partes que se corresponden con las cuatro estaciones, este Viaje a la provincia de Badajoz es mucho más que una guía turística o una obra de consulta. Es una invitación al viaje, una propuesta para compartir con su autor una ruta emocionada, guiada por la brújula del corazón y la memoria.
Enlazando con la mejor tradición del libro de viajes contemporáneo que arranca del 98 y de la preocupación integral por paisaje y paisanaje, por historia e intrahistoria, estos textos tienen mucho que ver estilísticamente con los libros de viaje de Cela, con libros tan memorables como Viaje a la Alcarria, Judíos, moros y cristianos o Del Miño al Bidasoa.
Sus once capítulos no son once rutas, sino once paisajes, once propuestas hechas a salto de mata, con la libertad que tienen los viajeros cabales, aquellos que anulan el tiempo con una saturación de espacio y de horizonte.
Permítame el lector que le abra el apetito de lectura y de viaje aludiendo a títulos tan sugerentes como estos: -Sierra suroeste: el bosque sagrado; La Serena: el secreto es la luz; Tierra de Barros: elogio del horizonte o Campiña sur: donde se dora el aire.
El viajero es aquí un hombre que mira un paisaje iluminado por la luz del corazón que nos conduce de la dehesa a los viñedos, del bosque sagrado de los celtas a la ciudad moruna, del cerro romano a la fortaleza templaria o del monasterio mudéjar al castillo cristiano.
Invitación al viaje y a la aventura interior de la lectura que un viajero conmovido y sensible como Justo Vila hace a lectores como ustedes en un recorrido que habla no sólo de piedras, paisajes y espacios, sino de hombres, de historia y de tiempo con una brillantez estilística que está a la altura de la mejor prosa española contemporánea.
Al final del viaje, al final de la lectura, el viajero lector habrá puesto los pies en algunos de los lugares más bellos de la tierra y habrá leído algunas de las palabras más bellas que se han escrito sobre esos sitios.
Y recorriendo todas las páginas de este libro excelente, como por el paisaje, el viento con olor a romero y a jara, el que trae el canto del cuco y el ojo asombrado y amarillo del alcaraván en la siesta de agosto.