11 mayo 2005

L.C. CONTEMPLA EL CREPÚSCULO



Contemplando otro crepúsculo atlántico frente al mar que Cernuda amó tanto, cerca de los cuerpos que hubiera dolorosamente deseado, releo su hiriente, inolvidable J.R.J. contempla el crepúsculo y luego, como un antídoto, el entrañable A un poeta futuro, reflejo de un alma desvalida que huye hacia adelante y nos sale al encuentro como un salteador de caminos, como toda la literatura que de verdad nos interesa y nos conmueve.
El poeta maldito se ha convertido hace mucho en uno de esos amigos íntimos que nos regala la literatura, que nos buscan desoladamente desde el fondo turbio del pasado, más cercano que la mayoría de la gente que hemos conocido en la vida que con notoria simpleza se suele llamar real.
Sobre un faro fenicio sin farero, sobre este soliloquio, cae ya la noche pascual, con su luna de parasceve, semejante a aquella otra Luna llena en Semana Santa con la que Cernuda se reconciliaba simbólica y secretamente con la infancia.
El tiempo sin tiempo. El viento orea.