30 mayo 2005

¡Qué franceses estos!

La frase, tan actual, la pronunciaba Fabricio del Dongo en La Cartuja de Parma, en medio de la batalla de Waterloo.
Ninguna otra batalla habrá sido descrita con tal fuerza: la confusión, el humo, los gritos, el desorden y la desorientación son los elementos con los que se construye ese episodio en medio del cual el protagonista no se da cuenta de la importancia de lo que pasa.
Qué lección la de ese cuadro escrito con el material incompleto, con el detalle confuso. Ninguna imagen más inolvidable de Napoleón que la del personaje que se aleja rodeado de sus generales y su escolta en un galope apenas entrevisto tras las brumas de la borrachera y entre las orejas de un caballo.
Stendhal aporta ahí y en tantas otras páginas su talento a la experiencia vivida.
Años después Tolstoi seguiría con provecho de alumno aplicado esa enseñanza para contarnos la batalla de Borodino. Pero ya no sería lo mismo.