02 junio 2005

El ángel innecesario

A veces, Angelito, me he parado al oírte, pero veía la expresión indecible de tu cara, tu vista extraviada, tu boca abierta y oía nadar tu voz ahogada en la saliva.
El cuadro clínico era tan penoso como evidente y el escaso fondo de compasión que me queda me aconsejaba callarme.
Procuro, para no vomitar por la calle como un bulímico, no oírte, ni verte, ni leer tus disparates entrecortados. He soportado en silencio que, cuando mandabas en la policía, nos compararas con la kale borroka si íbamos a una manifestación contra la guerra
Llevo así varios años. Pero hoy ya no puedo. Lo de hoy es demasiado. Ahora resulta que los presuntos delincuentes son los policías.
Angelito, ángel borde, ángel innecesario, ¿lo tuyo es de nacimiento o, como a Luisito Cadalso, sólo se te ocurren estas cosas cuando se te aparece el Niño Jesús de Praga?
Cuídate mucho, por el bien de España, que el tiempo te colocará en tu sitio, en el último sitio de la clase. De integración, claro.
Angelito, ángel borde, ángel innecesario.