03 abril 2006

Proust. Sobre la lectura

Si la afición por los libros crece con la inteligencia, sus peligros, ya lo hemos visto, disminuyen con ella. Una mente original sabe subordinar la lectura a su actividad personal. No es para ella más que la más noble de las distracciones, la más ennoblecedora sobre todo, ya que únicamente la lectura y la sabiduría proporcionan los "buenos modales" de la inteligencia. La fuerza de nuestra sensibilidad y de nuestra inteligencia sólo podemos desarrollarla en nosotros mismos, en las profundidades de nuestra vida espiritual. Pero es en esa relación contractual con otras mentes que es la lectura, donde se forja la educación de los "modales" de la inteligencia. Los ilustrados siguen siendo, a pesar de todo, como las personas de calidad de la inteligencia, e ignorar determinado libro, determinada particularidad de la ciencia literaria, seguirá siendo, incluso en un hombre de talento, una señal de vulgaridad intelectual. La distinción y la nobleza consisten, también en el orden del pensamiento, en una especie de francmasonería de las costumbres y en una herencia de tradiciones.

El fragmento pertenece a Sobre la lectura, el prefacio que Proust escribió para su traducción de Sésamo y Lirios de John Ruskin. Este texto, apareció originariamente en la revista La Renaissance latine (1905) y finalmente Proust la incluiría, con el título de Jornadas de lectura y algunos pequeños retoques, en su obra Pastiches et Mélanges (1919).

Texto que preludia ya el estilo de En busca del tiempo perdido, en él está latente todo la esencia de su teoría estética.
Considerado como uno de los textos más bellos de Proust, Sobre la lectura lo editó Pretextos en España y contiene sus puntos de vista sobre el lugar que deben ocupar los libros en la actividad creadora, y su papel insustituible en la vida.