10 junio 2006

Respirar por la herida

Eso es lo que hace uno de nuestros más caracterizados críticos cuando reseña el Manual de literatura para caníbales de Rafael Reig.

Fiel a una de sus obsesiones más conocidas, celebra en ese libro la descalificación de Javier Marías, que por cierto suena para la Academia.

No es que a sus lectores nos importe gran cosa la ascensión del joven Marías a los altares del purismo, pero sí nos hace gracia que siga circulando la leyenda de un eterno aspirante que suele implorar candidatura arrodillándose, con los brazos en cruz como un cristo filipino, ante los padres de la lengua. Me lo tiene contado, con pelos y señales, un académico. Del círculo (infernal) de Marías, qué casualidad.

Que un riguroso cuentacomas, como el crítico de marras, elogie ese embarullado ejercicio de chocarrería, esa torpe astracanada en la que se confunde la cadena trófica con el canibalismo, solo se explica si el maestro respira por la herida. Que respira.