08 agosto 2006

Con Ramírez Lozano en la Plaza de San Antonio

Y con Rosalía y con Inma. Habíamos quedado para comer juntos en Cádiz. Él desde Sanlúcar, yo desde Chiclana. Y como siempre, ha sido una celebración de la amistad, del humor y de la literatura.

José Antonio es una de mis debilidades humanas y literarias y yo por mi parte le agradezco que me trate de santidad y se declare devoto de mi poesía desde hace mucho tiempo. Entre frituras gaditanas, piriñaca y vino blanco con aire de los esteros, hablamos de lo divino y lo humano.

Inevitablemente repasamos el panorama literario andaluz y extremeño y sacamos a relucir filias y fobias que no son las mismas para los dos.

Y de seguratas, también hemos hablado de porteras y guardias de seguridad del Parnaso. Y de reencarnaciones y otros fenómenos paranormales.

Eso sí, como la sobremesa y los helados se prolongan hasta bien entrada la tarde, a alguno en la siesta le habrán zumbado las orejas.

Que no vaya a urgencias, que la otitis éramos nosotros.