18 noviembre 2008

Recuerdos de egotismo

Los años que pasaron entre 1821 y 1830 -lo recordaba Consuelo Berges en su indispensable Stendhal y su mundo- fueron los más intensos de su biografía y los más densos de su vida de escritor. En esos años que vivió en el París de la Restauración publica seis libros, algunos tan centrales en su obra como Del amor, Paseos por Roma o Rojo y Negro.

A evocar esos años parisinos dedica Stendhal estos Recuerdos de egotismo que acaba de publicar la editorial Cabaret Voltaire con traducción, introducción y notas de Juan Bravo Castillo. Stendhal escribió estos textos en Civitavecchia de forma compulsiva, entre el 20 de junio y el 4 de julio de 1832. Combatía así el hastío de una ciudad aburrida y sin tono social. Y como la Vida de Henry Brulard, otra obra autobiográfica que comenzaría poco después, no llegó a terminarla.

Stendhal tenía entonces 49 años y estaba aburrido, cansado y confuso, lleno de dudas y de interrogaciones:

¿He extraído todo el partido posible para mi felicidad de las situaciones que el azar me ha puesto durante los nueve años que acabo de pasar en París? ¿Soy un tipo sensato? ¿Poseo un auténtico sentido común?
¿Tengo una inteligencia notable? La verdad es que no lo sé. (...)
No me conozco a mí mismo, y esto, cuando algunas noches pienso en ello, me deja desolado. ¿Soy bueno, malo, inteligente, tonto?

El 13 de junio de 1821 Stendhal emprendía el viaje desde Milán a París y arrancaba un proyecto literario que debía llegar hasta el día de noviembre de 1830 en que Stendhal abandonó París camino de Trieste, pero se interrumpió en el capítulo XII, cuando el recuerdo está en 1822, en los salones aristocráticos poblados por hombres y mujeres refinados, bondadosos o depravados.

Sin embargo, a esas alturas del relato inconcluso, cuenta mucho menos el tiempo que el espacio, que se ha convertido ya en el eje de la obra, y la escritura ha terminado por imponerse a los impulsos suicidas del personaje.

Reseña íntegra en la revista Encuentros de lecturas