01 marzo 2009

Estados sucesivos


Su poesía no sólo se muestra incansable de imágenes, sino que la forma de sus versos es acompañada por la musicalidad del sentimiento vuelto palabra. La fluidez de los poemas se torna catalejo de la vida y, paradójicamente, por ellos miramos no a lo lejos de la vida, sino al lejano interior de nuestra propia existencia. Los ojos por donde Efi mira son los nuestros y las imágenes de sus poemas se acercan a tiempo, como para rescatar la infancia, el amor, la pérdida, los días, los recuerdos. Sus palabras se tienden como puentes que unen lo que en nosotros parecía dividido, abismal.
Viajar por las letras de este libro es como navegar en un mar de encuentros y desencuentros. Sus poemas son concéntricos.

Con esas palabras introduce Federico Martínez R. Estados sucesivos, la antología poética que reúne veinticinco años (1983-2008) de escritura, creación y navegaciones de Efi Cubero por el mar del tiempo en naves de palabras y recuerdos.

Los poemas de esta amplia antología que publica en Méjico la editorial Architecthum resumen la trayectoria coherente y en constante crecimiento de una voz poética que evoca la memoria esencial de la tierra y el aire, del agua y el fuego. Una trayectoria anclada en la búsqueda, en el viaje interrogativo a través de las pérdidas y la estela efímera del tiempo, en el recuento de dolor o en la cartografía del silencio.

Su palabra es la cifra del vuelo cansado de los pájaros, un reflejo de la fragilidad de la luz o el cristal, porque

La realidad, como los sueños, caben

sólo en un nombre

sólo en la palabra.

Aprendizaje de la brasa y del astro para saber alzarse desde las sombras numerosas, estos poemas en los que conviven evocación y deseo, angustia y esperanza, son también el resultado de una evolución expresiva hacia la desnudez y la depuración de toda retórica superflua:

Se depura la voz y se adelgaza

hasta volverse eco

o temblor de deseo.

Es un viaje a la semilla, hacia el aliento de la luz, hacia la tierra, el silencio y el sueño, un viaje atravesado por la conciencia de la temporalidad:

Porque somos de Agua,

y de Barro y de Tiempo.