11 marzo 2009

Relecturas de Tolstói


Coinciden estos días en los escaparates de novedades dos reediciones de Tolstói, dos novelas cortas de uno de los maestros del género. Son las nuevas traducciones de Los cosacos y El padre Sergio, dos obras separadas entre sí por casi cuatro décadas, dos títulos representativos de las dos épocas de su autor. Y más que eso: dos claves de bóveda de su alto edificio narrativo y dos marcas de referencia en su itinerario, el punto de partida y el cierre de su trayectoria en el género.

Atalanta edita, con traducción de Fernando Otero, Los cosacos, una novela de 1863 con un claro transfondo autobiográfico, el resultado del descubrimiento del paisaje del Cáucaso y de la vida elemental y plena de los cosacos. Es posiblemente la primera gran obra de Tolstói, que la publicó cuando ya estaba empezando a perfilar Guerra y paz.

El padre Sergio, que terminó en 1898 aunque apareció en 1911, al año siguiente de la muerte del novelista, lo recupera Rey Lear con una traducción directa del ruso de Bela Martinova. Es otra de las cimas creativas del autor y de la novela corta, un texto que sintetiza en menos de cien páginas muchas de las claves temáticas, estéticas e ideológicas de un Tolstói poderoso y contenido.

Señalaba Harold Bloom que todo lo que escribió Tolstói es inconcebiblemente legible, porque el lector tiene la impresión de que, como en Shakespeare, es la naturaleza la que se encarga de la escritura.

Estas dos novelas cortas son una inmejorable muestra de la certera afirmación de Bloom.