29 septiembre 2009

Dos novedades de Impedimenta



Impedimenta inicia el curso con dos novedades llamativas.

Una es la primera edición en español de La hija del optimista, obra maestra de la madurez de Eudora Welty, que la publicó en 1972. Inédita en castellano, aparece ahora con una cuidada traducción de José C. Vales y un prólogo de Félix Romeo.

La memorable narración del viaje de regreso de Laurel McKelva, con el cadáver de su padre, el juez McKelva, desde Nueva Orleans hasta Mount Salus, Mississippi, acompañada de una insufrible viuda-madrastra más joven que ella, tiene intensos ecos del mejor Faulkner, el de Luz de agosto y Mientras agonizo.

Todos los fantasmas del pasado regresan en una turbia procesión a la casa familiar donde se vela el cadáver del juez en esta espléndida novela, de un negro transparente –afirma Félix Romeo en su prólogo- que está a la altura de los mejores relatos de la autora sureña, recientemente reunidos en español por Lumen.

La otra novedad es Un hombre que duerme, de Georges Perec, traducida por Mercedes Cebrián, traductora también en esta misma editorial de Lo infraordinario.

Centrado en un estudiante de Sociología que un día decide no ir a un examen y quedarse durmiendo en la cama, quizá sea este el texto que muestra a un Perec más cercano, proyectado en el espejo de una segunda persona confesional y rememorativa en la que hay muchos elementos autobiográficos – también Perec estudió Sociología en La Sorbona- que hacen que el relato adquiera en muchos momentos el aire de un diario.

Y eso es en gran medida Un hombre que duerme, el diario de un estudiante solitario que hace de su buhardilla el centro del mundo y la más bella de las islas desiertas, el itinerario de un flâneur, de un imaginativo paseante sin rumbo por los pasajes, las calles, los jardines y los puentes de París.

Se publicó en 1967 y hay en ella mucho del espíritu rebelde y alternativo que estallaría en las calles de París en mayo del año siguiente.