Hijo de la luz y de la sombra
Irregular, lleno de luces y sombras como la poesía de Miguel Hernández, Hijo de la luz y de la sombra, el disco que ha preparado Serrat como homenaje al poeta en su centenario alcanza su momento más alto con el poema que es probablemente, junto con la Elegía a Ramón Sijé, la cima de Miguel Hernández.
Hijo de la luz y de la sombra, que en la versión de Serrat aparece muy reducido, es un complejo y largo poema, un tríptico de serventesios del que -no por casualidad- toma título el disco.
Estos son los dos primeros versos:
Eres la noche, esposa: la noche en el instante
mayor de su potencia lunar y femenina.
Y estos los dos últimos:
Besándonos tú y yo se besan nuestros muertos,
se besan los primeros pobladores del mundo.
Ahí está el Hernández de expresión más ambiciosa, el más visionario en sus imágenes astrales, el que funde ejemplar y telúricamente su idea cósmica del amor y de la muerte. Y a la altura de las circunstancias, la adaptación musical.
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