15 abril 2010

La forma de la noche


Con La forma de la noche Juan Pedro Aparicio fue finalista del Premio Nacional de Literatura en 1995. Pese a ello, esta espléndida novela no tuvo la repercusión que merecía su calidad. Está ambientada en la Asturias de la guerra civil, que sirve de telón de fondo de una alegórica historia de amor entre un miliciano y una muchacha de la clase alta a la que pertenecían quienes promovieron y apoyaron la sublevación de parte del ejército contra la República.

No es la única metáfora. Las fieras que se escapan del circo en Gijón y desatan el miedo de la población son otra elocuente alegoría de la sublevación. Tan elocuente que el circo se llama Franconi.

En el prólogo que ha escrito para esta nueva edición revisada en Rey Lear -un prólogo que, no por casualidad, lleva fecha de ayer, 14 de abril de 2010- Juan Pedro Aparicio escribe estas líneas:

La complejidad de la vida no puede caber en esquemas simples. Aquí no hay
malos ni buenos por la mera adscripción a un bando. La vida de cada uno es cada uno quien debe sostenerla. La religión, desde hace dos centurias por lo menos, ha infectado la vida política, el pensamiento político se ha hecho credo y la confrontación, cruzada. En La forma de la noche he querido contar precisamente esto. Algo que le ocurrió a muchos españoles que, sin credo o desengañados, trataron de desengancharse sin conseguirlo. Ni siquiera el escudo del amor entre dos seres moralmente bien constituidos pudo nada contra esa tremenda marea colectiva que se llevó todo por delante. Y me han preocupado menos los males de la guerra que los de la paz, porque en estos últimos reside, a mi juicio, la tremenda responsabilidad de los vencedores de aquella contienda fratricida.

Tardé años en escribir esta novela. Hasta entonces había escrito un libro de relatos y las novelas Lo que es del César, El año del francés y Retratos de ambigú. Salvo la primera, todas transcurrían en un territorio que en La forma de la noche empecé a llamar Lot. Ahora todas ellas, excluida como digo la primera, pero añadiendo El viajero de Leicester, escrita posteriormente, me parecen pertenecer a un mismo ciclo, una especie de Cuarteto de Lot o Novela de Lot.