26 mayo 2010

Cartas abisinias de Rimbaud

Es la espléndida viñeta de portada que han elegido como motivo en Ediciones del Viento para la edición de las Cartas abisinias de Arthur Rimbaud que ha preparado Lolo Rico. Además del prólogo, las notas y el epílogo, suya es la traducción de estas cartas y fragmentos de diario que publicó Gallimard en 1972 en la Bibliothèque de la Pléiade.

El primero a la izquierda, en la fila superior, posaba Rimbaud cerca de Adén, en Yemen, en 1882. Llevaba ya un par de años en África dedicado al tráfico de colmillos de elefantes y armas. Había escrito algunos de los versos más memorables de la poesía europea y había renunciado para siempre a la civilización en una huida interminable de sí mismo. Le faltaban nueve años para volver a Marsella con una pierna gangrenada, solitario y final.

Era ya un hombre derrotado, que escribía el 23 de junio a su hermana Isabelle: No hago más que llorar día y noche. Soy un hombre muerto. Estoy deforme para toda mi vida. Pienso que en quince días estaré curado pero sólo podré andar con muletas. En cuanto a una pierna articulada, el médico dice que será necesario esperar mucho tiempo, ¡por lo menos seis meses! Mientras tanto, ¿qué puedo hacer?, ¿dónde viviré?

No pasarían para Rimbaud esos seis meses. En noviembre era literalmente ese hombre muerto que en esa carta -todavía- no era más que literatura.