19 diciembre 2010

Lezama centenario y los sabios de Zalamea

Hoy hubiera cumplido cien años José Lezama Lima (1910-1976), el poeta y novelista cubano que puso el castellano en una de sus cimas más altas.

En su imprescindible Introducción a los vasos órficos escribió este programa estético y vital:

Apesadumbrado fantasma de nadas conjeturales, el nacido dentro de la poesía siente el peso de su irreal, su otra realidad, continuo. Su testimonio del no ser, su testigo del acto inocente de nacer, va saltando de la barca a una concepción del mundo como imagen. La imagen como un absoluto, la imagen que se sabe imagen, la imagen como la última de las historias posibles.

Leer Enemigo rumor, Analecta del reloj o Dador -además de Paradiso, uno de los monumentos de la lengua española- es entrar en otro mundo, en el dominio vertiginoso de lo órfico, en una literatura que se fundamenta en la ambición imaginativa de su poesía, en la potencia oracular de una palabra que ilumina la realidad con el rayo metafórico de la imagen, que es la realidad del mundo invisible.

Pero su recepción crítica no siempre ha hecho justicia a la importancia de su obra. Incomprendido y denostado como Góngora, de Lezama se puede decir lo que él mismo dijo en su Sierpe de don Luis de Góngora:

Los acercamientos a don Luis han sido siempre de sabios de Zalamea. Pretenden oponer malicia crítica a su verbal sucesión y enjalbegada seriedad a sus malicias.