10 octubre 2011

Vivir y morir en Lavapiés



En sus textos anteriores, especialmente en Recuerdos de un cine de barrio, José Ángel Barrueco ya explicaba que su educación sentimiental y estética le debe mucho al cine. Y Vivir y morir en Lavapiés (Ediciones Escalera), su último y espléndido libro, es en gran medida un homenaje a la técnica cinematográfica y un aprovechamiento de sus posibilidades narrativas, heredero de La colmena de Cela, uno de los modelos novelísticos al que más debe este libro.

Ese homenaje y esa herencia están presentes ya en el título, que recuerda explícitamente a la película Vivir y morir en Los Ángeles, pero se concreta en la misma estructura de esta obra organizada en secuencias breves, en una narración articulada en fragmentos que se van conectando entre sí como teselas de un mosaico que adquieren su sentido en el conjunto.

Un conjunto que traza la realidad compleja del barrio de Lavapiés, ese Madrid céntrico y profundo situado entre la glorieta de Embajadores y Tirso de Molina, entre Atocha y la Ribera de Curtidores, en el que conviven problemáticamente los jubilados y los inmigrantes, los yonkis y los poetas, los policías y las cuadrillas de obreros o la pareja que sobrevive con sesiones de cibersexo en chat sobre un paisaje áspero y violento de plazas y calles, de esquinas y portales, de locutorios y fruterías, de bazares y casas de vecinos, de pintadas y farmacias.

Porque Lavapiés lo es todo (...) Es una caricia en el rostro. Y, a la vez, un puñetazo. Es basura y es poesía. Es flor y barro. Es un sucio y puto estercolero y es una maravilla y un paraíso. Habitan ángeles y demonios, aquí.

Una realidad tan plural como esa sólo puede ser reflejada a través de una técnica caleidoscópica que integre una multiplicidad de voces y de enfoques. Una técnica en la que cuenta mucho la mirada hacia la realidad cambiante, pero también el diálogo rápido y conductista que la refleja y en las elipsis y los silencios que reivindica en este fragmento, titulado Los márgenes, un personaje que no cuesta trabajo identificar con el autor:

—¿Sabes, colega, lo que más me gusta de una obra? Y me refiero a distintos formatos: ya sean novelas, series de televisión, películas, cuentos o incluso canciones.
—Ilústrame, por favor.
—Las elipsis. Lo que no se ve. Lo que queda fuera. Lo que está en los márgenes. Lo que debemos intuir e imaginar. Los silencios. Los espacios en blanco.


Concentrada en un solo día para compensar la dispersión de espacios y organizada en tres momentos –mañana, tarde y noche-, Vivir y morir en Lavapiés es la mejor obra de José Ángel Barrueco hasta ahora y lo confirma como un escritor potente, dueño de una mirada y un talante narrativos que se han educado y enriquecido tanto en el cine como en los libros o los comics.