02 marzo 2012

Humoristas en Ático de los Libros



Caballeros, les he dado conversación, lo que no puedo darles es inteligencia,
dijo una vez el Dr. Samuel Johnson a sus interlocutores.

Es uno de los muchos episodios, ocurrencias y situaciones que incorpora Paul Johnson en su Humoristas, un jovial recorrido por la historia y el canon del humor que publica Ático de los Libros con traducción de Joan Eloi Roca.

Un recorrido de catorce capítulos dedicados a personajes que en palabras de su autor constituyen una extraña colección de genios, fracasados, borrachos, inadaptados sociales, tullidos e idiotas con un don. Tienen en común solo el deseo, y la capacidad, de hacer reír a un gran número de personas. En esta serie de libros que reúne intelectuales, creadores y héroes, creo que los cómicos son los más valiosos.

Abre el libro una muy inteligente y jocosa introducción sobre el sentido, las formas, la evolución de la risa y los mecanismos que la provocan.

Y a partir de ahí, con una envidiable soltura narrativa, Humoristas pone en pie figuras y situaciones, hechos y palabras en una serie de escenas vivas por las que pasean pintores, escritores o actores que hicieron del humor una forma de enfocar la vida, una manera de despegarse de ella, de analizar las debilidades humanas y de mirarlas de manera crítica o compasiva.

En esa línea están William Hogarth, un precursor del cómic, un pintor del caos desde la posición del moralista; Benjamin Franklin, fundador de la risa americana; el Dr. Johnson, melancólico y sombrío, pero divertido, ocurrente y dotado de un agudo sentido del humor parejo a su inteligencia; Thomas Rowlandson, pintor de acuarelas y grabados satíricos o pornográficos; o Dickens, el cómico con más éxito de la historia que alcanzó una de sus cimas en los juegos verbales y en las extravagancias risibles del Club Pickwick.

Otros personajes, como Chesterton –una gárgola viva y charlatana- o Chaplin –ágil, sutil y sentimental- tienen con el humor una relación evidente, como Laurel y Hardy o los hermanos Marx, o un vínculo soterrado e imprevisible, como ocurre con Toulouse-Lautrec. Porque a primera vista ¿qué hay de gracioso en su deforme persona y en su obra?

Y así, desde el caos a la melancolía pasando por la sutileza, el doble sentido o la carcajada sarcástica, Humoristas explora también las diferentes modalidades del humor, sus diversas tonalidades y sus variantes comunicativas que van desde lo plástico hasta lo verbal y de la pura gesticulación a la elaboración conceptual en la expresión de una actitud tan exclusivamente humana como la risa.