01 febrero 2015

Cartas laudatorias



Es así, señor mío, que las cartas que he recibido sobre el asunto expresado fueron tantas que podrían llenar, no sólo un justo volumen, más aún tres o cuatro. 
Pero dígame V. md. por vida suya, ¿qué utilidad resultaría al público de la lectura de tales cartas?,¿qué interés tiene éste en que estos o aquéllos aprueben mis tareas? Dirá V. md. como apasionado mío, que soy interesado yo mismo, o es interesada mi gloria, en que se vea que son muchos los que me aplauden, mayormente si estos están bastantemente autorizados para hacer juicio sobre los asuntos de mis escritos. 
Pero esto, en buen romance, sería pretender una gloria verdadera por medio de una vanagloria, porque, bien mirado, ¿qué más tiene de jactancia reprensible el alabarme yo a mí mismo, que ostentar por medio de la imprenta las alabanzas que me dan otros?
No ignoro que otros autores de sobresaliente mérito y conocida modestia lo hicieron. Pero debo discurrir que los movieron algunas particulares razones que en mí no militan. ¿Qué sé yo si a ello fueron impelidos por algún irresistible precepto?, ¿qué sé yo si por docilidad de genio se dejaron vencer de importunos ruegos de algunos amigos suyos?


Benito Jerónimo Feijoo. Cartas eruditas y curiosas. Tomo IV. Carta 23.