Cartas laudatorias
Es así, señor mío, que las cartas que he recibido sobre el asunto
expresado fueron tantas que podrían llenar, no sólo un justo volumen, más aún tres o
cuatro.
Pero dígame V. md. por vida suya, ¿qué utilidad resultaría al público de la
lectura de tales cartas?,¿qué interés tiene éste en que estos o aquéllos aprueben
mis tareas? Dirá V. md. como apasionado mío, que soy interesado yo mismo, o
es interesada mi gloria, en que se vea que son muchos los que me
aplauden, mayormente si estos están bastantemente autorizados para hacer juicio sobre
los asuntos de mis escritos.
Pero esto, en buen romance, sería pretender una
gloria verdadera por medio de una vanagloria, porque, bien mirado, ¿qué más tiene
de jactancia reprensible el alabarme yo a mí mismo, que ostentar por medio de
la imprenta las alabanzas que me dan otros?
No ignoro que otros autores de sobresaliente mérito y conocida
modestia lo hicieron. Pero debo discurrir que los movieron algunas particulares razones
que en mí no militan. ¿Qué sé yo si a ello fueron impelidos por algún
irresistible precepto?, ¿qué sé yo si por docilidad de genio se dejaron vencer de
importunos ruegos de algunos amigos suyos?
Benito Jerónimo Feijoo. Cartas eruditas y curiosas. Tomo IV. Carta 23.
<< Home