31 marzo 2015

Carlos Barral. Cuando las horas veloces



Curiosamente no alimentaba rencores ni propósitos de venganza contra las personas y las gentes que me habían perjudicado, me parecía a mí que tanto y tan injustamente. En realidad también me habían librado de un personaje, de unos personajes de representación obligatoria de los que estaba harto hacía mucho tiempo. No había ni siquiera comenzado a sustituirlos pero parecía que me había librado de ellos, como si el final libertador del personaje de Carlos Barral en la novela Penúltimos castigos ―que aún no estaba escrita pero sí muy meditada en las notas para aquel texto―, como si la muerte imaginaria de Barral hubiera empezado a cumplirse en su parte de exorcismo. En todo caso ya me iba pareciendo poco al personaje allí descrito y podía seguir imaginándolo con toda crueldad, incrustado allí, en un pasado ficticio. Al contrario que el personaje aquel, yo me iba sosegando y acomodándome poco a poco a una etapa más reflexiva y tranquila, a pesar de las circunstancias.

Carlos Barral. Cuando las horas veloces. Memorias. Península