18 abril 2015

Ballenas en Long Island





 Luego es la noche, y otras noches.

  El faro intermitentemente

  pasa su lengua de luz piadosa sobre la arena.

  El mar agita sus espejos negros.

  Sobre la seda o terciopelo funeral

  chisporrotean las estrellas fugaces,

  las ascuas de la luna de azafrán.

  El zumbido de las abejas marinas,

  el crujido del oleaje que clava sus colmillos

  en las rocas de azabache y cristal

  resuena en los oídos agonizantes

  de las viejas ballenas,

  festín de la desolación, el silencio, el olvido, la sombra.

José Hierro. Cuaderno de Nueva York.