19 julio 2015

Owen Jones. El Establishment



Y luego está la madre de todos los subsidios: el rescate del gobierno británico a los bancos en 2008. Unas empresas privadas que son las únicas responsables de haberse hundido a sí mismas, además de a una gran parte del mundo, en la ruina económica. Y, ahora, ellas mismas están convencidas de que es el contribuyente quien ha de pagar la cuenta. Y en ninguna parte ha sido esto más acusado que en Gran Bretaña, donde el gobierno ha invertido más de un billón de libras en rescatar a los bancos. El país se ha quedado con un sistema financiero conectado a un respirador artificial abastecido por el Estado: un sistema en el que la empresa privada depende por completo de la Administración. 
Así pues, el «mercado libre» que tanto le gusta al Establishment se basa en una fantasía.

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El uso de recursos estatales para engrosar los beneficios privados ya era un fenómeno extendido con el nuevo laborismo en el poder, que lo bautizó con el eufemismo «reforma del sector público». Sin embargo, con los sucesores del nuevo laborismo, esas políticas han contribuido a sentar las bases de un asalto mucho más ambicioso a los servicios públicos. En febrero de 2011, David Cameron anunció que se había terminado lo que él denominaba el monopolio estatal de los servicios públicos. Ahora todo estaba en venta. Desde el sistema judicial hasta la defensa, la gestión de todos los servicios se iba a abrir a empresas especuladoras como G4S, Serco y Sodexo. Les esperan montañas de dinero aportado por el contribuyente.


Owen Jones. 
El Establishment
Traducción de Javier Calvo.
Seix Barral. Barcelona, 2015.