28 julio 2015

Un autor desesperado en busca de editor



Dios mío, ¡de lo que es capaz un autor desesperado en busca de editor y obstinado en que tú le edites! Un poeta gay me explicó que estaban alcanzando con su compañero las cotas más altas del éxtasis amoroso, que estaban coronando la cima que ningún humano —homo o hetero— había pisado jamás. Su amante había dado el penúltimo paso, con el libro de amor que tenía yo entre las manos, y ahora le correspondía a él culminar el último logrando que yo lo editara. ¿Cómo iba a frustrar una mujer de mi sensibilidad e inteligencia la mayor historia de amor de todos los tiempos? Para colmo habían conseguido, no sé si con parecidos argumentos, la promesa de un prólogo de Ana María Moix. Debieron de decirle que yo estaba muy interesada en los poemas y que me encantaría que los prologara. El poemario no era, creo recordar, peor que otros, pero tampoco mucho mejor, y me resistí ferozmente a publicarlo… Pero, cuando salí de casa con mis dos hijos, después de la comida de Navidad, y me encontré al amante del poeta gay aguardándome en el rellano de la escalera, cedí (por increíble que parezca, cedí: había que ceder o echarlo rodando escaleras abajo), y ahí estuvo el libro unos años en el catálogo de Lumen.

Esther Tusquets. 
Confesiones de una editora poco mentirosa.
Ediciones B. Barcelona, 2005