18 noviembre 2015

Dos monumentos



El tercer volumen de los Cuentos de Chéjov y los Cuentos completos de Marcel Schwob. Los dos de la mano de Páginas de Espuma en dos magnificos volúmenes que están a la altura de esos dos conjuntos monumentales.

El tercer tomo de los Cuentos completos de Chéjov, con edición de Paul Viejo, recoge su producción entre 1887 y 1893. Fueron unos años de máxima creatividad en los que publicó algunos de sus mejores relatos, con los que obtuvo el reconocimiento unánime de la crítica y los lectores. Escribe Paul Viejo en su Introducción a este volumen: “Chéjov no crece más porque, con el tiempo, haya escrito más páginas y ya pasamos de tres mil. Crece porque en estos años –en los que ha visto sufrir a niños, hombres, mujeres y locos; ha visto enamorarse a niños, hombres, mujeres y locos- las habrá escrito mejores. Es ahora, en el periodo que cubre este libro, cuando Chéjov nos desbaratará las ideas que teníamos de sus años anteriores, pero reconoceremos, ahora sí, al Chéjov de los detalles, de las descripciones, de los finales como si nada. Al Chéjov que merece una camiseta hoy y lo agasajos de sus colegas ayer. Al Chéjov que ha pasado a la historia de la literatura. La literatura. Lo más importante y lo menos importante de su vida.” 

Con edición y traducción de Mauro Armiño, el otro volumen monumental reúne todos los cuentos que Marcel Schwob publicó en vida en diversos volúmenes que fueron apareciendo en un corto espacio de cinco años, además de los trece relatos que dejó sin reunir en ningún libro. Desde Corazón doble (1891) hasta La cruzada de los niños (1896), pasando por El rey de la máscara de oro, Mimos, El libro de Monelle y Vidas imaginarias, la obra narrativa de un autor fundamental, secreto durante mucho tiempo y cada vez más reconocido, porque la potente sombra de sus propuestas narrativas –tan extemporáneas en su tiempo naturalista- se ha proyectado en la literatura posterior, más que la de contemporáneos suyos como Zola, a partir –las palabras son de Mauro Armiño al final de su espléndido Prólogo- de “las dos pasiones de su vida: la erudición, la vida antigua, que fueron el material sobre el que la imaginación de Schwob tejió su  mundo mágico de fantasía y misterio.”

Dos libros imprescindibles.