24 abril 2016

El mejor escritor de la Madre Patria


Max Bru mimaba a los aplicados, pero sus intentos de que superasen la frontera de las cuatro reglas no prosperaban. Desalentado, adoctrinaba a los notables del casino sobre los males de la patria y a los menos encopetados sobre la Revolución bolchevique. Y en la madrugada, cuando todos dormían, al amparo de una vela escribía en unas hojas. Porque aquel maestro de primaria era poeta y sus versos, rimados o en blanco, incomodaban tanto a los suyos como sus monsergas regeneracionistas. 
(...)
El patriarca Belvis le había pedido que, en su doble faceta de maestro y literato, entretuviese en aquella reunión a su invitado más insigne. Max Bru, que nunca había ido de caza y tampoco preveía hacerlo en esa ocasión, aceptó la encomienda a regañadientes.
-Si te comportas, te colocará en Madrid -le prometió Belvis-. No lo estropees. 
Finalizó la batida y el mejor escritor de la Madre Patria regresó a la capital sin concretar ofertas. Y mientras en las cocinas de Pagán se despellejaban las piezas cobradas, bullían las perolas y en las sartenes se sazonaban sofritos, Max Bru resumió en un latiguillo su convivencia con el eximio: 
-Compartimos la cicuta literaria. 
No sedujo esta retórica al patriarca de sólo dos ideas, pero revolucionarias, que le emplazó a responder sin circunloquios:
-¿Cuándo te lleva a Madrid? 
-Cuando yo quiera -se ufanó el joven. 
Y relató a Belvis el momento estelar de su encuentro. Había guiado el escritor hasta el paraje menos agreste de la finca -ahí donde cantan las aguas bajo la guirnalda del emparrado- y aprovechó que se acomodaba bajo un arbusto para sondearlo sobre la decadencia de Occidente. 
-Con la deshumanización del arte -proyectaba decirle-, ¿será el espíritu de la letra el tema de nuestro tiempo?

Ese socarrón fragmento que evoca la visita cinegética de Ortega y Gasset a Pagán en otoño de 1927 forma parte de la última novela de Manuel Longares, El oído absoluto, que publica Galaxia Gutenberg.
Tan brillante como el resto de su obra y protagonizada por el extravagante maestro y literato Max Bru, El oído absoluto es una novela sobre literatura y literatos algo patéticos ambientada entre los años veinte, la guerra y la posguerra.
Es la octava novela de un narrador imprescindible, autor de títulos tan memorables como Romanticismo, Nuestra epopeya, Las cuatro esquinas, Las ingenuas o la trilogía que agrupó en La vida de la letra.