20 julio 2016

Ay de los criticuchos



¡Ay de los criticuchos cortos de entendederas! ¿Cómo iba a tener Johnson envidia del talento de ninguno de sus coetáneos? Tal vez nos llame la atención y sea de lamentar que su opinión sobre esta cuestión fuera la que en privado y en público manifestaba por igual, sin atenerse a lo que pensaran los demás, pero es pecar de superficialidad y es ante todo injusto acusarlo de haber manifestado algo que no pensaba.


James.Boswell.
Vida de Samuel Johnson. 
Traducción de Miguel Martínez-Lage. 
Acantilado. Barcelona, 2007