30 agosto 2016

En busca de un emperador


Ocurrió durante el período posterior a la batalla de Accio, en el 31 a.C., cuando Augusto (que entonces se llamaba Octaviano, o simplemente César), derrotó a la armada de Marco Antonio y Cleopatra, con lo que logró el dominio efectivo de todo el territorio romano. A su regreso a la capital recibió a un individuo con un cuervo amaestrado al que había enseñado a graznar «Bienvenido, César, nuestro victorioso comandante». Augusto se sintió tan impresionado que le entregó una gran suma de dinero. Pero resultó que el amaestrador del pájaro tenía un socio que, cuando no recibió ninguno de los 20.000 sestercios que le habían entregado a su compañero, acudió al emperador para explicarle que el ganador tenía otro cuervo, y que debería mostrárselo también. Como era de prever, los dos habían procurado cubrir todas las apuestas: el otro cuervo graznó «Bienvenido, Antonio, nuestro victorioso comandante». El emperador vio el lado divertido del asunto y no se molestó, pero declaró que el dinero del premio debía ser compartido entre ambos.

Mary Beard. 
La herencia viva de los clásicos
Traducción de Julia Alquézar. 
Crítica. Barcelona, 2013.