Pound por Capote
Un lluvioso día de
abril de 1958, Pound, ya un viejo de setenta y dos años, con su otrora
centelleante barba de color ceniza y su rostro de santo y sátiro marcado por
arrugas que narraban una historia de pesadumbres, se puso de pie en Washington
frente a un juez, un tal Bolitha J. Laws, y oyó que se le declaraba «loco
incurable». Incurable, pero lo suficientemente «inofensivo» para quedar en
libertad. Y entonces Pound anunció: «Cualquier hombre que soporte vivir en
Estados Unidos está loco», y se preparó para irse a Italia.
Unos días antes de
partir le hicieron fotografías. Mantenía cerrados los ojos arrogantes y
burlones mientras cantaba trozos de canciones sin sentido y se paseaba como si
todavía estuviera encerrado en su jaula pisana; o, más bien, en una jaula que
había llegado a ser la propia vida.
Truman Capote.
Retratos.
Traducción de
Mauricio Bach,
Francesc Roca y
Benito Gómez Ibáñez
Anagrama. Barcelona,
2006
<< Home