Tarde del equinoccio
Cuando
el atardecer proyecta su reloj
de
sombra por la arena
con
lámparas votivas y con fuentes volcánicas,
el
mar cincela y lame su lenta estatuaria
en
los acantilados que el viento absuelve y corta.
Es
la hora metalúrgica que incendia el horizonte
donde
canta el futuro su canción giratoria,
la
luz germinativa que brota en el salitre,
la
luz mojada y lenta
que
trepa por las copas sangrantes de los pinos
y
se duerme en las barcas que mecen las mareas.
Cuadernas
y cuadrantes, estrellas y astrolabios
son
la lengua extranjera con que nos habla el tiempo
con
sílabas de agua y arena indiferente
en
las tardes de otoño y en su color de uva.
Es
el vacío vertebral del mundo
en
la hora más incierta del paisaje,
el
vaticinio oscuro de la cólera,
en
la obstinada ola,
en
la lluvia cansada de los puertos
y en el oscuro viento
boreal del planeta.
(De Reloj de sombra. Guadalturia. Sevilla, 2016)
<< Home