Vida de poeta
A un poeta le sienta bien la
delgadez: así da una impresión de gran espiritualidad. A una distancia
considerable se podría advertir ya que más bien consagra días enteros a la
reflexión que horas y horas a la vida disipada. Un poeta gordo es una especie de
imposible. Hacer poesía no quiere decir engordar, sino ayudar y renunciar. No
estamos dispuestos a apartarnos de esta concepción ni un solo palmo, y nadie
conseguirá imponernos ni arrancarnos otra forma de pensar respecto a lo que
acabamos de decir.
Por lo demás, es probable que de
cuando en cuando el poeta fuera invitado a comer por gente pudiente y generosa,
cosa que, sin embargo, sólo podemos conjeturar. Lamentablemente, y por más
esfuerzos que hicimos, no nos fue posible presentar pruebas de esto.
Robert Walser.
Vida de poeta.
Traducción de Juan José del Solar-
Siruela. Madrid, 2010.
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