15 septiembre 2017

Walser. Ante la pintura

La arlesiana

El cuadro de Van Gogh me pareció una narración seria. De repente la mujer empezó a hablar de su vida. En otro tiempo era una niña e iba al colegio. Qué bonito es ver todos los días a los padres y que los maestros te inicien en toda suerte de conocimientos. Qué alegres y luminosas eran la clase y la relación con las compañeras. ¡Qué dulce y dichosa es la juventud!
En otro tiempo los rasgos duros fueron blandos, y esos ojos fríos, casi malvados, amables e inocentes. Ella era tanto y tan poco como tú. Tan rica en esperanza e idéntica en pobreza. Una persona como todos nosotros, a la que sus pies llevaron por muchas calles claras de día y oscuras de noche. También acudiría con frecuencia a la iglesia o a bailar. ¡Con qué asiduidad no abrirían sus manos una ventana o cerrarían una puerta! Este tipo de cosas y otras similares hacemos tú y yo a diario, ¿verdad?, y ahí reside la futilidad, pero también la grandeza. ¿Tendría un amante que la colmaría de alegría y de preocupaciones? Ella escuchaba atenta el sonido de las campanas y sus ojos captaban la belleza de las ramas en flor. Transcurrieron meses, años, veranos, inviernos… No es muy sencillo todo esto. Llevó una vida esforzada. Un buen día un pintor, que al fin y al cabo sólo es un pobre creador, le dijo que le gustaría pintarla. Posa, pues, para él y se deja retratar con serenidad. No le resulta una modelo indiferente, pues al pintor ninguna persona le es indiferente. La pinta tal como es, con absoluta sencillez y sinceridad. Pero sin mucha intención algo grande y elevado irrumpe no obstante en el sencillo cuadro, una seriedad anímica imposible de soslayar.”

Robert Walser.
Ante la pintura.
Narraciones y poemas.
Traducción de Rosa Pilar Blanco.
Siruela. Madrid, 2009.