08 marzo 2018

Poesía reunida de Wallace Stevens


El estudioso con una vela observa 
una refulgencia ártica ondeando en el marco 
de todo lo que representa. Y tiene miedo,
escribe Wallace Stevens en Las auroras de otoño, uno de los libros que forman parte de la edición bilingüe de su Poesía reunida que publica en Lumen Andreu Jaume.
Hoy llega a las librerías este espléndido volumen que recoge algunos de los poemas traducidos por Andrés Sánchez Robayna en De la simple existencia, la antología que publicó Galaxia Gutenberg en 2003, así como los libros completos Ideas de orden, La roca y Poemas tardíos, traducidos por Daniel Aguirre, al  igual que los Aforismos completos, todos ellos en Lumen.
Se incorporan como novedad fundamental dos libros imprescindibles del poeta norteamericano: Notas para una ficción suprema y Las auroras de otoño, con las traducciones de Andreu Jaume, que explica en su Introducción que “la poesía de Wallace Stevens -que “a diferencia de otros poetas de su generación, apenas participó en la sociedad literaria, a la que era alérgico”- es ya uno de esos monumentos de la literatura occidental a los que el tiempo no puede erosionar. Esa consistencia coriácea se debe a algo que muchos juzgan un defecto y que tiene que ver con su impersonalidad y con la renuencia a explicitar cualquier referencia concreta a la vida ordinaria. (...) Haciendo un esfuerzo por distanciarnos del siglo XX y ampliar la perspectiva histórica, se podría decir que su obra, como antes el Cantar de los cantares, las Olímpicas de Píndaro o el Cántico de San Juan de la Cruz, no dice ni resuelve propiamente nada, no ayuda a entender ninguno de los conflictos que suele abordar la poesía dramática, sino que tan solo celebra y canta el lenguaje, refleja el tránsito de las estaciones y el paso gozoso del tiempo, saluda, invita y resiste, testimonio de una cualidad lingüística que está más allá de la comunicación y del comercio, sin dejarse domesticar por ninguna interpretación definitiva, mientras persiste en su ‘constante sacramento de alabanza’.”
Una edición que no recoge en sus setecientas cincuenta páginas la poesía completa de Wallace Stevens, sino “su corpus esencial, así como el grueso de todos sus aforismos”, como señala Andreu Jaume, que explica que para Wallace Stevens “muchas veces el poema consiste en una mera combinación y complicación de palabras que van creando una atmósfera y que producen al final el efecto de un encantamiento.”