17 julio 2018

Egos revueltos




Los escritores caminan para ser los mejores de su barrio, de su ciudad, de su país del mundo entero. Ninguno se conforma con menos, pero no todos pueden llegar a ser aquello a lo que aspiran. Muchas veces se resignan por el camino y otras veces los halla el olvido mientras teclean la que va a ser su obra maestra, esta vez sí. Todos esos esfuerzos son naturales e incluso hermosos, animan a la sociedad literaria a seguir adelante, compitiendo. La competencia es, como el ego, parte de la naturaleza del oficio. Muchos escritores, en todo el mundo, han tenido alguna vez la vanagloria de la que presumía, riéndose de sí mismo, Jorge Amado y el que diga que no es cierto, que él no compite, es probablemente quien con más ahínco genera en sus neuronas la obligación de ganar. La vanidad no es una excepción, ni en este ni en tantos oficios. 

Juan Cruz. 
Egos revueltos. 
Una memoria personal de la vida literaria.
 Tusquets Barcelona 2010