Egos revueltos
Los escritores caminan para ser los mejores de su barrio, de su ciudad,
de su país del mundo entero. Ninguno se conforma con menos, pero no todos
pueden llegar a ser aquello a lo que aspiran. Muchas veces se resignan por el
camino y otras veces los halla el olvido mientras teclean la que va a ser su
obra maestra, esta vez sí. Todos esos esfuerzos son naturales e incluso
hermosos, animan a la sociedad literaria a seguir adelante, compitiendo. La
competencia es, como el ego, parte de la naturaleza del oficio. Muchos
escritores, en todo el mundo, han tenido alguna vez la vanagloria de la que
presumía, riéndose de sí mismo, Jorge Amado y el que diga que no es cierto, que
él no compite, es probablemente quien con más ahínco genera en sus neuronas la
obligación de ganar. La vanidad no es una excepción, ni en este ni en tantos
oficios.
Juan Cruz.
Egos revueltos.
Una memoria personal de la vida literaria.
Tusquets
Barcelona 2010
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