16 octubre 2018

La Luna. Mito e imagen




Esa vasija griega de terracota del siglo V a.C. que representa un juramento a la Luna en Tesalia y se conserva en el Museo Británico y ese calendario lunar perpetuo que Athanasius Kirche incluyó en su Ars Magna Lucis (Amsterdam, 1671) son dos de las más de doscientas espléndidas ilustraciones que aparecen en La Luna. Símbolo de transformación, de Jules Cashford, un monumental volumen que publica Atalanta con traducción de Francisco López Martín.
La Luna como mito y como imagen es el eje de este amplio estudio de historia de las ideas en el que Jules Cashford hace una completa exploración que recorre los mitos, símbolos e imágenes poéticas de la Luna a lo largo de la historia, desde el Paleolítico hasta hoy a través de la poesía y la mitología, del arte y la literatura, de la arqueología y la psicología.
Y en ese sentido hay que destacar que este libro, además de ofrecer un abundante muestrario gráfico sobre la luna en el arte, es una amplia y completa antología de poesía y narrativa lunar que se remonta a textos ancestrales y llega hasta la poesía contemporánea.
Desde la ancestral fascinación del astro como símbolo de lo femenino y de la fertilidad, esas imágenes han ido modelando la conciencia, la mente y las costumbres a través de la mitología y las religiones. Asociada con divinidades de las distintas religiones y mitología, la Luna es la Diosa Blanca, la Diosa Madre, la reina de los cielos, una imagen de los ciclos de muerte y renacimiento, porque podía desaparecer durante dos días como los dioses mitológicos y resucitar al tercero. 
Por eso se convierte en un símbolo de la transformación cíclica de la muerte en renacimiento, en la luz que sale de la oscuridad, en la diosa de la vida, la muerte y la regeneración.  


Un libro espectacular tanto por por su forma editorial como por su contenido, que resume así la autora en el Prefacio:
El mito fundamental asociado con la Luna es el de la muerte y el renacimiento. Las gentes del pasado remoto percibían el crecimiento y la mengua del satélite como el desarrollo y la agonía de un ser celestial, cuya muerte iba seguida por su renacimiento en forma de luna nueva. El perpetuo drama de las fases de la luna se convirtió en un modelo para observar la existencia de un patrón en la vida humana, animal y vegetal, incluida la idea de la vida más allá de la muerte. 
En el capítulo dedicado a estudiar la vinculación de la Luna con los ritmos de la vida escribe Jules Cashford:
Como la Luna, al volver a su comienzo, creaba un ciclo, se convirtió por analogía en la gobernante de todo lo que era cíclico: el flujo y reflujo de los mares, el rocío nocturno, las lluvias estacionales, el cauce de los ríos e incluso los ciclos menstruales.Tales son las aguas esenciales de la vida que van y vienen a lo largo de un día, un mes, un año y una vida entera. 

Y por eso -añade- los primeros seres humanos vieron su vida reflejada en la vida de la Luna. Eso permite llevar a cabo el enfoque fundamental de esta obra: contar la historia de los mitos de la Luna como si fuera una historia de la consciencia humana