Vicente Verdú. La muerte, el amor y la menta
Con extraña rapidez
los años pasaron
sobre mi propia historia.
Y no pude detener
esa nueva luz tumoral
que me estaba invadiendo.
Luz despiadada
que llegaba escondida
en una oleada salobre.
Y su resplandor
velaba el pensamiento
o la defensiva creatividad.
Esos versos forman parte de uno de los poemas centrales de La muerte, el amor y la menta, de Vicente Verdú que publica Bartleby Editores.
Es uno de los nueve poemas dedicados a la muerte que contiene el libro de un autor seriamente herido por la enfermedad y por la conciencia del acabamiento, porque
Fue tal su potencia,
agigantada a cada paso,
que terminó engullendo
cualquier rincón de mi edad.
Y la vida de mis pertenencias.
Enseres y convicciones
que habían creado
sueños muy engreídos
y que no fueron sino detritus
entre aquella avalancha
de células decididas a vencer.
Células que los sabios conocían
como una generalidad ambiental.
Un fenómeno natural.
Es este un libro desgarrado desde el punto de vista existencial y expresivo, un libro casi póstumo escrito entre la celebración y el arrepentimiento, la interrogación y la elegía, entre el recuerdo del amor y la certeza de la muerte próxima.
Balance y memoria de lo vivido, diálogo entre el amor y la muerte, entre el entonces del pasado, el quizá del futuro y el aún del presente, en unos versos marcados por la lucidez de una mirada casi póstuma, porque
Uno piensa mejor cuando está solo ante la muerte.
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