14 abril 2019

Sin Paca


Llegué con los ojos cegados de la infancia
y el corazón en blanco, sin historia.
Llegué (Señor, qué imperdonable)
con nueve años solamente.
Llegué, tal vez al mismo tiempo que él
pero en distinto tiempo.
                         No lo supe.
(Oh tiempo miserable e injusto.)
Estuve allí -quizá lo vi-
Pero era tarde.
                  Yo era pequeña
y tenía sueño.
                  Don Antonio era viejo
Y también tenía sueño.
(Señor, qué imperdonable:
haber nacido demasiado pronto
y haber llegado demasiado tarde.)

Francisca Aguirre. 
Frontera