30 septiembre 2019

Potestas clavium. El poder de las llaves


“¿Ha reconocido siquiera un solo filósofo a Dios? 
Con excepción de Platón, que reconocía a Dios sólo a medias, todos los demás han buscado únicamente la sabiduría. ¡Y eso es tan extraño!”, escribía Lev Shestov en el inicio del prólogo a su Potestas clavium. El poder de las llaves, que publica Hermida Editores y llega hoy a las librerías, con traducción de Alejandro Ariel. 

Ese prólogo, que tituló Las mil y una noches y fechó en Kiev en enero de 1919, hace ahora un siglo, abría un libro que desarrolla el conflicto entre razón y fe, entre ciencia, filosofía y religión. 

Con el telón de fondo de la Primera Guerra Mundial, el pensamiento de Shestov abordaba en él la desorientación existencial y los límites de la filosofía positivista y de la ciencia para responder a las preguntas útimas sobre el sentido de la vida o la idea de la divinidad: 

Cuando no había ni abismo, ni horror ni desesperación, el hombre no veía a Dios ni invocaba su nombre. Pero a veces hay horror, abismo y desesperación y no hay a quién invocar: Dios no está. Dios no está todo el tiempo. Él también aparece y desaparece. De Dios ni siquiera se puede afirmar que suele estar. Al contrario, la mayor parte del tiempo suele no estar. De modo que él, desde luego, no puede ser objeto del conocimiento científico.

Desde esa perspectiva excéntrica en la tradición del pensamiento occidental, los capítulos de Potestas clavium constituyen un profundo análisis de la mentalidad occidental en un recorrido desde los presocráticos Parménides y Anaximandro hasta Schopenhauer y Nietzsche y a través de Sócrates, Platón y Aristóteles, Descartes y Spinoza, Kant y Hegel, para rematar en una crítica de la teoría del conocimiento de Husserl, cuya fenomenología representa para Shestov la culminación de la tradición racionalista. 

Un análisis elaborado desde un profundo conocimiento de las bases de la tradición cultural occidental, de su filosofía y su literatura y cimentado en la búsqueda de la verdad y la reivindicación de la libertad frente al racionalismo y el idealismo filosófico o en el reconocimiento de la importancia del azar frente a la razón científica cartesiana. 

Shestov se sitúa así contra el positivismo, el cientificismo y el materialismo en defensa de lo individual frente a lo general, de lo concreto frente a lo abstracto y  de la vida frente a la razón, porque “desde que la razón ha ingresado en la arena histórica, su principal finalidad ha sido luchar con la vida." 

En este párrafo resume el sentido último de su libro, su crítica del racionalismo materialista y su pretensión de abordar nuevas formas de conocimiento, su voluntad de explorar y abrir nuevas vías de reflexión sobre el sentido de la existencia:

Raspen a cualquier europeo, incluso si es positivista o materialista, y enseguida descubrirán a un católico medieval que se aferra febrilmente al derecho inalienable y exclusivo de abrir para él las puertas del reino de los cielos. Este derecho lo reclaman por igual los materialistas, los ateos y las fieles ovejas del gran rebaño de San Pedro. Potestas clavium -el poder de las llaves- es, según la definición de los católicos, el derecho del clero católico a atar y desatar a los hombres. [...] Sería un error pensar que la idea de la potestas clavium surgió sólo en nuestra era, que fue inventada por el catolicismo. No fue este quien la inventó; ya mucho antes del surgimiento del catolicismo la anunció el gran profeta de un pequeño pueblo, Sócrates. Él fue el primero, si se le da crédito a Platón, que descubrió que el hombre tiene a su disposición ese enorme y terrible poder, esas llaves del reino de los cielos. Y él, ya en aquellos remotos tiempos del incipiente pensamiento humano, proclamó que esas llaves no en el cielo, sino en la tierra, que quien desea atravesar las puertas del paraíso debe preocuparse de las llaves mientras aún esté en la tierra; después, cuando se vaya de nuestro mundo, será irremediablemente tarde.