13 septiembre 2019

Sharon Olds. Odas


SEGUNDA ODA AL HIMEN

Mi pareja dice que lo que escribo
sobre las mujeres es egocéntrico. “¡Tienes más
de sesenta años,” exclama, “y todavía
escribes sobre la primera vez que te echaron un polvo!” 
Pero no se trata solo de mi himen;
la gente habla de la Belleza y de la Verdad,
por qué no hablar directamente de la virginidad humana, 
de la interpretación platónica de
la misma, de posponer el coito hasta
que la chica sea rota por el parto en sí mismo,
por qué no lamentarse de que el himen sea perseguido 
y saqueado, empalado en una pica en una plaza
pública como una minúscula cabeza cercenada.
¿No es ya hora de alabar la música carmesí
que la chica compone entonces, la pequeña
muerte que marca el comienzo de una vida
interior para que la especie continúe?
Oh, el puño cerrado que se abre, oh, nudo
que se corta, oh, esférica escotilla
que se empuja, se empuja y cede rompiéndose.
Canto un himno para honrarte,
espero el día que ha de venir
en el que tu disposición se confiará a las chicas
de la gran ciudad que te rodea.
Muchas cosas se han nombrado sagradas
por las numerosas religiones que se fundaron en la tierra. 
Oh, si pudiésemos declararte soberano
de ti mismo, hermano de sangre nocturna,
cesta del dolor y del libre albedrío, 
¡resplandeciente derecho civil!

Es una de las más de sesenta Odas de Sharon Olds (1942), una de las voces poéticas más personales de la literatura norteamericana actual, que publica Valparaíso en edición bilingüe con traducción de Juan José Vélez y Elvira Sastre.

Víctima de una educación férreamente tradicional y de la represión calvinista, en estas Odas, que publicó en 2016 y que llegan ahora a las librerías españolas, Sharon Olds se inspiró en el modelo de las Odas elementales de Neruda y en ellas incorporó gran parte de su mundo poético.

Como en el resto de su obra, en estos textos se plantea el ejercicio de la escritura como una respuesta a la sociedad y como un desquite hacia el pasado familiar, como una reivindicación del cuerpo y de la sexualidad femenina desde la desobediencia y la memoria personal, como defensa en fin frente a la violencia, el abuso y la injusticia.

Lo recuerda Juan José Vélez Otero en su prólogo -Un canto a la sustantividad-, en donde destaca la variedad temática y tonal de las Odas:

“Sharon Olds, en estos poemas, algunos considerados como los más ingeniosos poemas de su carrera, celebra entidades, asuntos y conceptos tan dispares como un glande, un rincón, un poeta, un himen, una mamada, una excursión, una vagina, la sangre menstrual, un cuello marchito, un amigo, un tampón, un condón, un clítoris, un pino, una fidelidad rota, o la linterna de su madre. [...] Algunas opiniones críticas lo califican de desproporcionado y desagradable, otras lo consideran soberbio e innovador; lo que está claro es que no es un libro que nos deje indiferentes.”