18 septiembre 2019

Un poema de Las venas comunales


Nos vigilan subalternos políticos obedientes a presidencias blancas, estas asistidas por subsecretarios muy dóciles. Ah de las presidencias, ah de los subalternos y de los subsecretarios. Ah de los arpegios bursátiles y de los sodomitas eclesiásticos. 
      Ah de los ministerios engalanados con suicidas colgantes, 

ah 
de los inquilinos humanos.

 Pensándolo bien, ah de los viernes,

y de las conjugaciones de plusvalía y llanto, y de los ancianos que se orinan con frecuencia, y de las multinacionales enfermas, y de mi abuela Clara, guarnicionera, viu­da llorando ante el gran panadero. Ah

de los pensadores y de los párrocos.

Pensándolo mejor, 
                            
ah también de mis hijas, y de sus hombres perdidos y de sus hombres hallados. Ah de los huesos de mi alondra furiosa peculiarmente amada,­

ah de los mendigos insurrectos.

Pensándolo aún mejor, 

ah de las manos de mi padre y de mi madre, unas y otras asistidas por coleópteros ciegos.

Pensándolo mínimamente,

ah de mi viejo corazón amarillo,                        
                                                    inútilmente                                          
                                                    cansado.

Es uno de los poemas de Las venas comunales, el libro inédito ("mi libro más retrasadamente inédito", dice en el Aviso inicial) que Antonio Gamoneda viene elaborando desde 2015 con el soporte gráfico de ochenta y cuatro dibujos de Juan Carlos Mestre. Forma parte del segundo volumen de Esta luz, la poesía reunida de Gamoneda que acaba de publicar Galaxia Gutenberg.