09 noviembre 2019

La deriva reaccionaria de la izquierda




En 1994, Raimon Obiols, primer secretario del PSC, exigía «el derecho de los padres de cada alumno a elegir, en los primeros pasos de la enseñanza, la lengua que desean para su hijo». Y hace unos dieciséis años, Josep Ramoneda escribía: «La reforma del Estatuto y de la Constitución no está ni de lejos entre las principales preocupaciones de los catalanes, quienes, como es de sentido común, están mucho más preocupados por el trabajo o las pensiones». Hoy, el PSC defiende la inmersión y Ramoneda abandera en París el proceso independentista. Dios me libre de comparar talentos y circunstancias, pero, hasta donde se me alcanza, ni el PSC ni Ramoneda —ni Salvador Giner ni Ferran Mascarell— han dedicado una línea a justificar su epifanía.
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Este alucinado mensaje, aplicado a conciencia, lo compró una izquierda que, mientras se decora con retórica internacionalista y republicana, en la práctica apuesta por una idea de comunidad política cimentada en la identidad cultural, justifica establecer límites a la redistribución, defiende privilegios fiscales de comunidades ricas sostenidos en unos derechos históricos consolidados en leyes y aspira a levantar fronteras de soberanía entre ciudadanos, fronteras que, para algunos, se extenderían —al modo del Lebensraum alemán o del manifest destiny norteamericano— allí donde se pueda encontrar algún átomo de «identidad nacional».
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El resultado final queda a la vista: el afán de hacer suyo un mensaje esencialmente opuesto al que la identifica ha conducido a nuestra izquierda al extravío ideológico y, seguramente, a medio plazo, a una debacle política irreversible.


Félix Ovejero. 
La deriva reaccionaria de la izquierda.
Página indómita. Barcelona, 2018.