25 marzo 2020

El sitio en que tan bien se está



 EL SITIO EN QUE TAN BIEN SE ESTÁ
               
El sitio donde gustamos las costumbres,
las distracciones y demoras de la suerte,
y el sabor breve por más que sea denso,
difícil de cruzarlo como fragancia de madera,
el nocturno café,
bueno para decir esto es la vida,
confúndanse la tarde y el gusto,
no pase nada, todo sea
lento y paladeable como espesa noche
si alguien pregunta díganle
aquí no pasa nada, no es más que la vida,
y usted tendrá la culpa como un lío de trapos
si luego nos dijeran qué se hizo la tarde,
qué secreto perdimos que ya no sabe,
que ya no sabe nada.

Ese es el primero de los diez textos que forman parte de El sitio en que tan bien se está, la séptima sección de En la Calzada de Jesús del Monte, el sorprendente libro inicial de Eliseo Diego (1920-1994) que publica Pre-Textos por primera vez en España con edición de Milena Rodríguez Gutiérrez, que titula así su magnífico y extenso estudio introductorio: 'El sitio en que tan bien se está: Caminando con Eliseo Diego por su Calzada de Jesús del Monte.'

Además del centenario del autor, se cumplen ahora algo más de setenta años desde la aparición en 1949 de ese asombroso primer libro en el que se perciben ya una serie de constantes que articularían temática y formalmente toda la poesía del cubano: la conjunción del tiempo, el espacio y la memoria evocativa, la transfiguración verbal de la realidad cotidiana, la mirada a la infancia como paraíso perdido, la depuración de una palabra poética que nombra la realidad cercana desde una mirada nueva y un tono cercano y amable. 

Abren el volumen unas palabras preliminares -'A setenta años de una Calzada'- de su hija Josefina Diego, que recuerda que este es “el libro que han preferido varias generaciones de jóvenes poetas, en Cuba y en otros países. Quizás, decía mi padre, porque fue escrito por alguien como ellos y en él encuentran y reconocen los mismos miedos, angustias, asombros y alegrías que ellos sienten. Su Calzada se conservará siempre nueva, amanecida y espléndida, porque fue nombrada y rescatada a través de los ojos de un joven poeta enamorado.”

Hoy esa Calzada habanera ha desaparecido casi por completo, pero persiste para siempre en los versos de Eliseo Diego:

y en la pared opuesta, por el azogue nocturno de la sangre 
aquel fervor oscuro, aquella música 
de mis huesos se pierde irrestañable,
cuando todo es uno, 
el día y el recuerdo 
en el oficio de la lluvia que pulsa las persianas, 
la mirada segura nos deshace 
su deleitoso paño entreverado de sierpes 
y en la pobreza intacta del polvo se resume.