17 enero 2021

Surimono: pintura y poesía





 Son dos muestras de las asombrosas Felicitaciones Japonesas. Surimono: pintura y poesía, que publica la Editora Regional de Extremadura en un espectacular volumen con edición de Javier Alcaíns, que ha seleccionado los grabados y poemas que los acompañan, con traducción de Eiko Tomita, y escrito los textos introductorios y las notas biográficas.

Es la primera vez que se edita en español un libro monográfico sobre surimonos, un género que en sus xilografías en color funde caligrafía, pintura y poesía y que explica así su editor, Javier Alcains, calígrafo, dibujante y poeta:

Surimono significa, simplemente, cosa impresa (suri: impreso, mono: cosa). Tan neutra definición no nos avisa de lo que nos vamos a encontrar: cosas impresas, ciertamente, pero llevadas a un alto nivel del arte. Ocupan un lugar de honor entre las obras que combinan pintura y poesía.

Los surimonos son tarjetas de felicitación, principalmente de Año Nuevo, que en esa época comenzaba con la primavera, pero también podían crearse para otros acontecimientos, como un cambio de nombre o la invitación a un concierto. No se vendían: eran siempre un regalo, y esa es la primera diferencia entre estos y los demás grabados del ukiyo-e. Los encargaban, por lo general, los círculos de literatos, que escribían en ellos sus versos. Por su misma naturaleza, los temas graves están excluidos: solo buscan mostrar la ligereza y lo festivo de la existencia. Aunque ya se habían realizado antes y seguirían realizándose después, el esplendor de los surimonos abarca desde la Era Kansei (1789-1801) hasta la Era Bunsei (1818-1830).

El resultado es la fusión de imagen, palabra y escritura y de las manifestaciones artísticas que las engrandecen: la pintura, la poesía y la caligrafía en unos grabados en en madera en los que destacaron artistas como Katsushika Hokusai (1760-1849), Kubo Shunman (1757-1820) o Totoya Hokkei (1780-1850).

En estos párrafos explica Alcaíns las líneas maestras que sostienen las decenas de obras recogidas en el volumen:

Los surimonos se imprimen con xilografía en color [...] El dibujo es de línea clara y colores planos, con una notable atención al detalle -hay que fijarse en los estampados de los kimonos, en los dibujos de las porcelanas o en la taracea del mobiliario-. El papel siempre es de la mejor calidad.

El poema habitual en los surimonos es el kyoka, que se puede traducir como poema loco. Su estructura formal es la de la tanka, poema de treinta y una sílabas, pero también es frecuente el haiku, de diecisiete sílabas. Aunque la traducción literal es la indicada más arriba, el poema no es loco en el sentido de expresión absurda o tempestuosa, sino que se manifiesta de manera heterodoxa para romper las reglas clásicas de la dicción y los temas que regulaba el mundo de la tanka convencional. El humor de los kyokas se encuentra en el sarcasmo y el juego de palabras, o la imitación paródica de famosos poemas clásicos. En este sentido, una traducción más precisa podría ser poema lúdico.

Y sobre la caligrafía añade: “En los surimonos hay que alabar la pericia del grabador, que debe conseguir que el poema tallado en la madera parezca caligrafiado con un pincel directamente sobre la hoja.”

Editados en una elegante letra Ibarra, contemporánea de la composición de la mayoría de estos textos, hay en ellos una serie de motivos plásticos y temas literarios que los recorren y dan al conjunto una tonalidad semejante: la fijación del instante, la captación de lo fugaz, las geishas en interiores, los paisajes del monte Fuji o el río Sumida, el canto de los ruiseñores y la fragancia de las flores, los ciruelos y los cerezos, la luna creciente y las islas, la nieve, la niebla y las brumas del amanecer.

Y tanto en la imagen como en la palabra, una constante aspiración a la calma y la levedad, la delicadeza y la sencillez, una mirada meditativa y serena que convoca a todos los sentidos en una percepción profunda de la realidad o en una proyección de la melancolía sobre la realidad, una estilización de líneas y formas que se refleja en la hondura lírica de los poemas, como en este surimono de Yashima Gakutei (1786-1868),  ilustrador y poeta, uno de los artistas más prolíficos y de mayor calidad: