05 agosto 2022

El desorden del canto

  


Cuando se cumplen veinte años de la muerte de Vicente Núñez (Aguilar de la Frontera, 1926-2002), el Centro Andaluz de las Letras le dedica el tercer volumen de su espléndida colección Clásicos Singulares, inaugurada el año pasado con una entrega dedicada a Pablo García Baena y continuada este año con otra sobre José Manuel Caballero Bonald.

El desorden del canto es el subtítulo de esta aproximación a la vida y la obra de Vicente Núñez que ha preparado Juan Lamillar, que hace un recorrido en el que vincula biografía y literatura y resume así la figura del poeta:

Vicente Núñez pertenece a una clase de poetas que, en vez de considerar a la Poesía como un don, la conciben y sienten como un mandato, como «un designio fatal», y por ello su poética insiste continuamente en la lucha Poesía / Vida, como si fuera un Jacob ipagrense en lucha constante con el ángel –figura tan de Rilke, poeta suyo predilecto, imagen además tan cordobesa– de la Poesía.
Así, esa relación participa de la rebelión y del acatamiento. Sus amigos estábamos ya acostumbrados a oírle feroces diatribas contra ella: el acto de la escritura es la demostración de una incapacidad para vivir (esta afirmación de lo vital es muy Cántico). La Poesía, el Arte, aparecen como una torpe compensación ante la pobreza de la vida. Paradójicamente, la Poesía acaba imponiéndose, con una necesidad imperiosa, como la única salida, como un arrebato.

Al hilo de la narración biográfica, Lamillar intercala una serie de poemas que ilustran la peripecia vital y sentimental y la evolución moral y estética de Vicente Núñez para componer una antología breve y significativa de su obra.

Poemas como este, de las Teselas para un mosaico, del que toma su título el libro:

Quienes por un designio fatal fuimos llamados 
al desorden del canto;
los que incesantemente el amor elegimos,
¿a qué infiernos tendremos que ascender todavía? 
Nunca de mí te alejes, Livio, Livio.