14 septiembre 2022

Thomas Mann. El mago




Con el mismo formato utilizado en The Master, la magistral aproximación novelística a la vida y la obra de Henry James que forma parte también del catálogo editorial de Lumen, el irlandés Colm Tóibín propone en El Mago. La historia de Thomas Mann una inmersión profunda en el complejo mundo personal, familiar y literario del novelista, en sus contradicciones y en su conflictiva relación con el poder y con la propia y compleja identidad sexual.

El autor de La montaña mágica fue un mago de la ocultación: ocultó a su padre, estricto y conservador, su vocación literaria y luego, padre de seis hijos él mismo, ocultó a su familia y a la sociedad su orientación homosexual:

Sus fantasías sexuales se habían filtrado en sus relatos y novelas, pero en la ficción era fácil interpretarlas como juegos literarios. Dado que tenía seis hijos, nadie le había acusado nunca abiertamente de tener perversiones privadas. Sin embargo, si se publicaban los diarios, revelarían quién era y con qué fantaseaba. Mostrarían que su tono distante y erudito, su frialdad personal, su interés por que le respetaran y le prestaran atención eran máscaras concebidas para ocultar sus infames deseos sexuales. […] Estaba convencido de que si lo desenmascaraban sería despreciado sobre todo por su duplicidad.

Y a explorar esas zonas de sombra que marcan el contraste entre su imagen pública y su vida privada o la tensión entre la razón y el sentimiento, entre el deseo de lo prohibido y la angustia de la culpabilidad, a exponer esa conflictiva relación de Mann con los demás y consigo mismo dedica Colm Tóibín las páginas de esta ficción biográfica que publica Lumen con una espléndida traducción de Antonia Martín Martín.

Porque El Mago es un sólido relato que reúne imaginación y documentación y se apoya, más que en los datos biográficos externos, en la sutil interpretación de una compleja personalidad y en la lúcida mirada a una realidad familiar problemática que se convierte en el eje del relato desde el principio, con la muerte del padre:

Su padre había dejado a la familia a la deriva: puesto que él no podía vivir, se había propuesto arruinar la vida a los demás. Thomas sentía un dolor persistente y agudo al pensar que todos los esfuerzos de los Mann de Lübeck quedarían en nada. El tiempo de su familia había pasado. 
No importaba a qué lugar del mundo fueran: los Mann de Lübeck no volverían a ser conocidos como se les había conocido en vida del senador.

A partir de ese momento las relaciones familiares funcionan como hilo conductor de la novela: con su madre, con su envidioso hermano mayor Heinrich, también escritor, con su mujer Katia Pringsheim, una judía rica y refinada, o con sus hijos, a quienes se evoca en esta escena que explica el título de la obra:

No obstante, con frecuencia sus esfuerzos por ser estricto fracasaban. Todavía hacía trucos mientras comían, y se había puesto un traje de brujo para asistir a una fiesta con Erika y Klaus. Unos días más tarde entró en la habitación de Klaus cuando éste tenía una pesadilla sobre un hombre que llevaba la cabeza bajo el brazo. Thomas le aconsejó que no mirara al individuo y que le dijera con toda claridad que su padre, un mago famoso, había dicho que no debía estar en la habitación de un niño y que tendría que darle vergüenza. Obligó a Klaus a repetirlo varias veces.
A la mañana siguiente, en el desayuno, Klaus contó a su madre que su padre poseía poderes mágicos y conocía las palabras capaces de ahuyentar a los fantasmas.
-Papá es mago-dijo. 
-Es el Mago-repitió Erika. 
El sobrenombre, que al principio era una broma o una forma de alegrar la mesa, hizo fortuna. Erika animaba a las visitas a llamar así a su padre.

Esa mirada se amplía a una época no menos compleja y a la deriva, a un mundo que desaparece en el declive de las costumbres y los valores, en la decadencia familiar de los Mann de Lübeck que reflejó en Los Buddenbrook (“Hoy me he matado en la novela”, le confesó a un amigo), en la sacudida de la Primera Guerra Mundial, en la crisis de instituciones como la familia o de países como Alemania, de donde salió Mann huyendo del nazismo, tras un periodo de astuto silencio, primero hacia Suiza y después a Francia y Estados Unidos.

Mahler y la belleza de un adolescente en La muerte en Venecia, la estancia en el sanatorio antituberculoso de Davos que está en el origen de La montaña mágica, la importancia de la música (de Wagner a Schönberg, de Bach a Mahler) en la vida y la obra de  Mann o la tradición suicida de su familia, de su hermana Carla a sus hijos Klaus y Erika, brillantes y problemáticas vidas al límite, son algunos de los episodios que aborda la novela  en dieciocho capítulos que arrancan en 1891 en Lübeck, con un Mann adolescente y huérfano de padre, y terminan en Los Ángeles en 1950, pasando por Munich y Venecia, por Princeton y Estocolmo, para regresar en el capítulo final a Lübeck, a donde vuelve el protagonista para cerrar el círculo de su vida y recibir el título de hijo predilecto de la ciudad:

En el discurso habló de cerrar el círculo, recordó que a la ciudad no le había gustado su primera novela y preguntó cómo se habrían sentido sus profesores del Katharineum si lo hubieran visto ahora. Habrían querido saber cómo era posible que el niño lerdo hubiera aprendido tanto. Mientras hablaba, el público le pareció distante, igual que él debió de parecerles a ellos. Tenía dolores, pero hizo cuanto pudo por disimularlo. Durante la larga ovación le costó tenerse en pie.

Con su prosa fluida y su estilo transparente, Colm Tóibín construye en El Mago  una novela que iguala -si no supera- en hondura humana y en potencia narrativa a The Master para narrar con pulso admirable la historia de la búsqueda de la identidad propia, de un deseo secreto y de su ocultación metódica.