Nooteboom en Venecia
“¿Por
qué he regresado a Venecia por enésima vez? ¿En qué consiste el
atractivo de esta ciudad? En ella yo solo viven 55.000 venecianos; el
resto sale huyendo de aquí al final de la jornada, porque la ciudad ha
dejado de ser suya, porque la vivienda es demasiado cara, porque a
ciertas horas el paso por el laberinto queda obstruido por una tromba de
forasteros. Entonces ¿por qué he regresado? Lo primero que se me ocurre
es que todavía no he acabado Venecia, aunque esto es una bobada, claro
está, porque nadie podrá acabarla nunca, aunque resida en ella toda su
vida.[....] Cuando paseo por aquí en el presente estoy al mismo tiempo
en otra dimensión. ¿Será eso tal vez? ¿Acaso vivo aquí reculando,
moviéndome a contracorriente del tiempo? En una ciudad como esta nos
rodean los muertos que han dejado sus huellas en palacios, puentes,
cuadros, estatuas; la atmósfera está saturada de ellos”, escribe Cees
Nooteboom en uno de los capítulos centrales de Venecia. El león, la ciudad y el agua, que publica Siruela
con traducción de Isabel-Clara Lorda Vidal y espléndidas fotografías de
Simone Sassen, que ya colaboró con otros libros de Nooteboom como Tumbas de poetas y pensadores, El desvío a Santiago o Noticias de Berlín. Un ejemplo:
Es un viaje hacia “el centro de la ciudad de las góndolas y de los leones” a través de la mirada aguda y refinada de Nooteboom, de su estupenda prosa y su profundo conocimiento del laberinto de callejones y jardines místicos, de iglesias barrocas, puentes y canales que atraviesan la ciudad líquida de la laguna y el gran canal.
Y también un recorrido por museos, palacios y capillas tras la pista de pintores y las imágenes contadas de Tintoretto, Carpaccio, Giorgione, Canaletto, Veronese o Tiepolo; de compositores como Vivaldi o Monteverdi, artistas que contribuyeron a universalizar e inmortalizar Venecia con sus pinturas y esculturas, su arquitectura o su música.
O con su literatura, desde Boccacio a Henry James, desde Montaigne a Mary McCarthy, desde Mann a Pound o Kafka, desde Casanova a Ruskin o Couperus, desde Hemingway a Montale, desde Kafka al comisario Brunetti, de Donna Leon.
Un recorrido que finaliza con un paseo entre los leones, el animal veneciano representado repetidamente en distintos espacios monumentales. Porque -recuerda Nooteboom- “los mitos son capaces de todo: logran que un discípulo judío de un maestro crucificado escriba un libro que ha sobrevivido a lo largo de los siglos, le dan a luz al león relacionado con este hombre y el poder para proteger una ciudad, y colocar a este león en lo alto de una columna en la plaza de la ciudad, con vistas a la laguna. Y ahí sigue: un león dominando la ciudad y el agua.”
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