25 enero 2022

Cuentos y prosas breves de Joyce


 

“Joyce dedicó su difícil vida a inventar y engordar un Dublín imaginario: a poblarlo de calles, de puentes, de bares, de vivos, de muertos. Ya en el escritorio, le bastaba con asomarse a ese Dublín de mentira para volver a casa y recordar una historia. Sus personajes se saludan, se quieren, se ignoran, se cruzan por la calle, se odian. Su obra, bien o mal coherente como pocas, es una especie de círculo. Empieza con las Epifanías, pequeños fragmentos en prosa que buscan atrapar las repentinas manifestaciones espirituales que todos sufrimos a lo largo del día. Sigue, simultáneamente, con los autobiográficos Retrato del artista y Stephen Hero (ensayo y novela) y la colección de cuentos Dublineses. Los dos primeros cuentan el proceso personal de quien será capaz de expresar lo que le ocurre a todos. El segundo es este «ocurrir a todos», experiencia a la vez individual y colectiva, inexistente quizá sin ese anterior artista que logra expresarla además de contemplarla o sufrirla. A esto sigue la versión madurada y final de esos dos intentos autobiográficos –el Retrato del artista adolescente– y un nuevo camino: Giacomo Joyce, carta de amor sin entregar que prefigura el Ulises. Es a partir de aquí que, para algunos, Joyce empieza a ser Joyce; para otros deja de serlo. Ulises destruye la novela, y en el camino no construye otra cosa. Empieza y acaba en sí mismo, levanta una escuela que inmediatamente derriba. Todo el Dublín que se nos ha presentado a pedazos en las anteriores obras se mezcla ahora en este caos lúcido y monstruoso donde todos caben: la revelación, el aburrimiento, los dublineses anónimos, el artista, la arquitectura, el sueño. Hasta aquí, parece, podía llegar la literatura. Pero Joyce seguía vivo, y no iba a dejar de escribir. Tampoco quería volver atrás”, escribe Gonzalo Garrido en la introducción (‘140 años de Joyce’) a su edición en Páginas de Espuma de los Cuentos y prosas breves de James Joyceun espléndido volumen que reúne en sus seis partes los siguientes textos, enumerados así por Gonzalo Garrido:

I- Las Epifanías, cuarenta pequeñas prosas, el inicio de Joyce en la literatura.
II- El Retrato del artista, ensayo de ese primer Joyce arrogante y alucinado que dará pie inmediatamente a la redacción de Stephen Hero y muchos años después tendrá su justificación en el Retrato del artista adolescente.
III- Dublineses, colección de quince cuentos juveniles que sigue siendo para muchos la primera entre las obras de Joyce.
IV- Giacomo Joyce, una pequeñísima novela que es también una carta de amor que no se supo entregar y que adelanta, modestamente, el oscuro lenguaje de Ulises.
V- Finn’s Hotel, primeras piedras de lo que casi dos décadas después será la aberrante catedral de Finnegans Wake. Ilegible si se lo compara con la literatura en general, cristalino si se lo compara con su hermano mayor.
VI- Un Anexo que incluye:
–Tres cuadernos: el de París, el de Pola y el de Trieste. El primero y el segundo son una compilación de fragmentos para un manual de estética; el tercero notas sobre sus amigos, seres queridos y enemigos.              
–Fragmentos de un borrador del Retrato del artista adolescente: se tiende a pensar que el Retrato de Joyce tiene tres partes: el primer ensayo, Stephen Hero y la versión final de 1916. En realidad tiene cuatro, con este pequeño eslabón perdido que nos muestra a un Stephen Dedalus habitante ya de la Torre de Sandycove (inicio de Ulises) y con un Buck Mulligan que todavía se llama Doherty.
–Cuentos infantiles: dos cuentos sobre gatos, diablos y policías que Joyce escribió para su nieto Stephen, que quiso tanto.
Diario de Dublín de Stanislaus Joyce: algunas páginas del diario adolescente de quien fue, con Nora Barnacle, la persona más importante en la vida de James Joyce. Se refieren a su detestado, querido y admirado hermano mayor.

“La obra y la vida de James Joyce -añade Garrido- se confunden como una mitología. Los personajes de sus libros son la gente que conoció y de la que oyó hablar, y las cosas que les pasan a aquellos son las cosas que les pasaron a estos y a él. Algunos ambiciosos (entre ellos el propio Joyce) hablan de inmortalizarse ejerciendo su arte; no dejan de engañarse: con los muchos años este escritor, elevado o reducido a clásico, deja de ser el hombre de carne y hueso que vivió y escribió y pasa a ser una especie de símbolo o resumen de sus coetáneos. La realidad de su tiempo se diluye en la realidad de su arte, y los hombres y mujeres que como él vivieron y padecieron se diluyen en los que fueron apenas combinaciones de palabras.”

Hoy llega a las librerías este espléndido libro que reúne por primera vez en español toda la obra breve de James Joyce, un autor que -sostiene Garrido- “hoy en día, a 140 años de su nacimiento, es Irlanda como Dante es Italia o Cervantes España.”