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18 julio 2023

Jorge de Arco reseña Cuaderno de Italia






VENCEDORES DEL TIEMPO
Cuaderno de Italia
Santos Domínguez
La Isla de Siltolá. Sevilla, 2023

La inteligencia  tiembla con lo hermoso; contemplando lo hermoso, el ser humano se  siente necesario y confortable. Precisamente esto es lo que hace Santos Domínguez (Cáceres, 1955) en su Cuaderno de Italia: contempla lo digno de ser cantado y lo canta de modo alto y nítido. En este sentido, nuestro poeta goza de una técnica primorosa, de orfebrería, entiende su quehacer como el del artesano bíblico trabajador del oro y la plata.

Soy lector de Santos Domínguez desde que publicase Tres retratos del frío (2005), premio “Jaime Gil de Biedma”, uno de sus muchos y prestigiosos galardones recibidos. Por eso, puedo afirmar que hay una emoción muy justa, muy precisa, en el vocabulario general de su obra  El imaginario y los motivos presentes en este Cuaderno le facilitan su labor: el vate va de un lado a otro del país tan historiado y tan profuso en artes y geografías distintas, y nos ofrece su homenaje. Señala Marcela Filippi en su prefacio que «este libro inspirará en el lector visiones de belleza». En efecto, Domínguez se recrea en una suerte de alegría contenida y sutil a la hora de tratar la magnificencia y la delicadeza de las cosas, incluso se retrata en ellas. ¡Cuánta paradoja encierra el denominar cosa a uno de los motivos que básicamente ha dignificado y signado al ser humano! El arte por el arte, la verdad indiscutible que encierra.  Dejemos de lado la moral y la religión que muchas veces subvierten y concentrémonos en las maravillas naturales y en las que el hombre ha creado con su genio y su esfuerzo. Arriba el instante de centrarse en lo grande y en lo mínimo a partir del corazón y sus sensaciones. Así, el poeta nos dice de su modo de ver y presentir el «Panteón de Agripa» o el «Templo de Isis»; también nos cuenta del tuffatore que se zambulle en las aguas de la Costa Amalfitana y del tramonto en Ponte Vecchio, donde se entromete entre las sombras de otras sombras cuando el contraluz, con las nubes de hielo, recorta sobre el perfil del puente; e igualmente vislumbra a los batalladores milenarios en «Ponte Rotto»: «Cruzaron por allí los que volvían/ vencedores del tiempo y de la guerra»; en fin, nos recuerda que “siempre  amanece el mar desde un sueño de peces.”

Cuaderno de Italia es un libro lúcido y cautivante, que nos hace proclives al goce de la poesía.