Socotra. Invitación al viaje
Como los antiguos leyeron la Historia Natural de Plinio, como los árabes oían las aventuras de Simbad, con el mismo asombro que debía de producir en los humanistas el Libro de las maravillas de Marco Polo, con la misma fascinación con que leíamos a Verne de niños.
Así entra el lector en Socotra, la isla de los genios, de Jordi Esteva, que acaba de publicar Atalanta.
Socotra, la isla de la felicidad en sánscrito, aparece en los mapas anclada en el Índico, al sudeste de la Península Arábiga, a la salida del Golfo de Adén.
Es la isla del sueño, un lugar mágico poblado por una fauna de otra época, de un tiempo mitológico en el que los griegos tenían esta isla como patria del Ave Fénix. Un lugar en el que crece una vegetación no menos mitológica de la que forman parte la mirra, en cuyas brasas ardía aquel pájaro inmortal, o el incienso de los ritos y las momias faraónicas, el árbol de la sangre del dragón cuya savia roja usaban los gladiadores para embadurnarse los músculos, o el áloe que buscaba Alejandro porque cicatrizaba las heridas del combate:
Los egipcios y los árabes del sur, que viajaban allí para extraer el incienso y la mirra, más valiosos que el oro, propagaban leyendas terroríficas y disuasorias y sembraban confusiones desorientadoras de su ubicación exacta para evitar la competencia.
Un lugar como ese, con bosques de incienso sobre los que vuela el ave Roc de Las mil y una noches, solo puede describirse dosificando adecuadamente, como hace Jordi Esteva, la fantasía y la realidad, la historia y la ficción.
Esa mezcla difusa está también en las abundantes y magníficas fotos -Esteva es fotógrafo además de escritor- que reflejan con una luz casi irreal, con la luz tenue del sueño, su mirada a una isla sagrada para los griegos, porque en ella había erigido Zeus su propio templo y en sus cumbres había tenido su trono Urano, el dios primordial, abuelo de Zeus y padre de Cronos.
Entre el sueño y la realidad, entre África y Asia, entre la historia y la leyenda, entre la geografía y la literatura, entre la biología y la magia, Jordi Esteva relata en Socotra un viaje a la infancia del mundo y a las llanuras de Caín, un viaje que transforma la mirada y la sensibilidad del viajero, que vuelve siendo otro.
Porque el viaje verdadero consiste en no volver. O en volver como una persona distinta de la que inició el viaje.
Rafael Argullol, Manuel Forcano y Pep Bernadas presentan Socotra, la isla de los genios, esta tarde, a las 19:30 en la Librería Altaïr de Barcelona. Gran Via Corts Catalanes, 616 (entre c/ Balmes y Rambla de Catalunya).
Así entra el lector en Socotra, la isla de los genios, de Jordi Esteva, que acaba de publicar Atalanta.
Socotra, la isla de la felicidad en sánscrito, aparece en los mapas anclada en el Índico, al sudeste de la Península Arábiga, a la salida del Golfo de Adén.
Es la isla del sueño, un lugar mágico poblado por una fauna de otra época, de un tiempo mitológico en el que los griegos tenían esta isla como patria del Ave Fénix. Un lugar en el que crece una vegetación no menos mitológica de la que forman parte la mirra, en cuyas brasas ardía aquel pájaro inmortal, o el incienso de los ritos y las momias faraónicas, el árbol de la sangre del dragón cuya savia roja usaban los gladiadores para embadurnarse los músculos, o el áloe que buscaba Alejandro porque cicatrizaba las heridas del combate:
Los egipcios y los árabes del sur, que viajaban allí para extraer el incienso y la mirra, más valiosos que el oro, propagaban leyendas terroríficas y disuasorias y sembraban confusiones desorientadoras de su ubicación exacta para evitar la competencia.
Un lugar como ese, con bosques de incienso sobre los que vuela el ave Roc de Las mil y una noches, solo puede describirse dosificando adecuadamente, como hace Jordi Esteva, la fantasía y la realidad, la historia y la ficción.
Esa mezcla difusa está también en las abundantes y magníficas fotos -Esteva es fotógrafo además de escritor- que reflejan con una luz casi irreal, con la luz tenue del sueño, su mirada a una isla sagrada para los griegos, porque en ella había erigido Zeus su propio templo y en sus cumbres había tenido su trono Urano, el dios primordial, abuelo de Zeus y padre de Cronos.
Entre el sueño y la realidad, entre África y Asia, entre la historia y la leyenda, entre la geografía y la literatura, entre la biología y la magia, Jordi Esteva relata en Socotra un viaje a la infancia del mundo y a las llanuras de Caín, un viaje que transforma la mirada y la sensibilidad del viajero, que vuelve siendo otro.
Porque el viaje verdadero consiste en no volver. O en volver como una persona distinta de la que inició el viaje.
Rafael Argullol, Manuel Forcano y Pep Bernadas presentan Socotra, la isla de los genios, esta tarde, a las 19:30 en la Librería Altaïr de Barcelona. Gran Via Corts Catalanes, 616 (entre c/ Balmes y Rambla de Catalunya).
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